Por mi amigo Jorge

Por fin este año, en el mes de julio, recibo unos sms de Egmasa (Empresa pública dedicada a la gestión cinegética en Andalucía), donde se me indica que por fin, he sido agraciado con un permiso. Como vivo en Madrid, en mi caso, el permiso era de ámbito nacional.
Antes de intentar relatar mi experiencia cinegética, me gustaría aprovechar para realizar una reflexión y compartirla con todos los miembros de esta Red. Desde hace muchos años, soy una persona que siente pasión por la caza, el campo y todo lo relacionado con ella, y así se lo estoy intentando inculcar a mis hijos. Al vivir en Madrid, no tenemos la oportunidad de poder formar parte de Sociedades de Cazadores con las consiguientes ventajas que ello supone, por lo que tengo que hacer un esfuerzo económico importante para poder disfrutar de una de mis mayores pasiones.
Creo que no es justo, y espero que todo el mundo esté de acuerdo conmigo, que no por vivir en Madrid, somos menos que nadie y disponemos de mayores ingresos económicos para poder dedicar a una de nuestras mayores ilusiones.
En este sentido, me gustaría poner un ejemplo que creo que es bastante ilustrativo: este año la Junta de Andalucía tomo la decisión de sacar 300 permisos aproximadamente para poder cazar en Cazorla, de los cuales aproximadamente 200 locales, 172 Regionales y tan sólo 28 nacionales. Además, a parte de la cuota de entrada que se supone que pagamos todos, se debe abonar el coste del animal abatido y, en el caso de los locales, supone un ahorro de más del 50%. Creo sinceramente, que no es justo, ni el porcentaje, ni el coste (que en los últimos años se ha disparado) y se debería realizar una gestión global encaminada a que todos seamos capaces de disfrutar por igual de esta pasión común.
Realizada la reflexión, paso a intentar relatar de la mejor forma posible mi maravillosa experiencia en las increíbles sierras de Cazorla.
Finalmente opto dentro de las posibilidades que se me ofrecen por cazar un gamo representativo. Adicionalmente, en el paquete te dan la opción de abatir una hembra y un jabalí.
Desde el momento de ser informado de la noticia a mediados de Julio 09 hasta el ansiado día 18 de octubre, como en muchas otras ocasiones, pasan por nuestra cabeza infinidad de imágenes y pensamientos que te tienen en vilo y que te hacen soñar con este momento.
Al ser dos días de caza; domingo 18 y lunes 19, organizamos todo para poder salir el Sábado después de comer y volver el martes a media mañana (total tres noches). El trayecto es de aproximadamente 400 km. En esta ocasión como en muchas otras, me acompaña mi hijo que actualmente tiene 12 años, que empezó a acompañarme a monterías con tan solo 5 años y que por ser un buen estudiante, se ha ganado la citada oportunidad (siendo sincero, en mi caso, la satisfacción y vivencias se incrementan exponencialmente cuando él me acompaña).
El equipo de Guardas de Egmasa está compuesto por: Guarda Mayor; Hilario Peralta, Femi (Eufemio) García Adán, Nito (Mariano) Franco Molina y Alberto Lara, ¡vaya pedazo de equipo¡ En nuestro caso, dando por hecho que todos son buenos profesionales, nos tocó en suerte a Femi.
Quiero dejar constancia del agradecimiento de mi hijo y el mío, a Femi, por su profesionalidad y buen hacer durante los dos días de caza. Femi es una persona de treinta y tantos años, curtida por la dureza del campo, nacido en Coto Ríos en plena sierra de Cazorla y desde siempre ha vivido la sierra, siendo parte de él. Pudimos comprobar su gran conocimiento y experiencia de la sierra, ya que realizamos dos días de verdaderos recechos, por todas aquellas zonas que él podía considerar más querenciosas, dependiendo del animal que estuviéramos buscando. Por tanto, desde aquí, muchas gracias Femi.
También tuvimos la oportunidad de charlar animadamente con Hilario y Nito en el típico bar del pequeño pueblo de no más de 400 habitantes (Coto Ríos), los cuales nos ilustraron y respondieron a todas las preguntas que nos surgían y pudimos comprobar a través de multitud de fotos de los hermosos trofeos de las diferentes especies que allí se podían abatir.
En la carretera del Tranco existen multitud de hoteles, y al no conocer la zona, preferimos preguntar a Femi. Nos sugirió un par de nombres y finalmente tomamos la decisión de reservar en: Hotel Paraíso de Bujaraiza (***). Tengo que decir que el hotelito en cuestión dispone de todos los servicios que cualquier cazador/persona pueda llegar a necesitar y la calidad vs. precio es buena, pero lo más importante para nosotros, es haber tenido la oportunidad de sentirnos como en "casa". Desde aquí recomiendo el hotel, con Trini "la Gran Jefa", los dueños; Emilio y Cristina y el resto del equipo; Laura y Jesús.
Hotel Paraíso de Bujaraiza (***)
Carretera del Tranco, Km. 59
23478 Coto Ríos (Jaén)
Tel. 953 124 114
http://www.paraisodebujaraiza.com/
Primer día: domingo 18 de octubre 2009
Quedamos a las 7:00 a.m. en el bar "El Rincón" con Femi. Con los nervios a flor de piel y como siempre con un cansancio importante, no porque la cama estuviera dura, sino porque desde siempre, el día anterior a cazar, me resulta muy difícil conciliar el sueño.
Lo primero fue tomarse un café bien cargado y realizar todo los trámites y papeleos. A continuación, al ser la primera vez que cazábamos por esos lares, nos explicó con detalle las peculiaridades de la sierra y la forma en que había pensado que realizáramos la cacería. Coincidimos con otro cazador; Fernando y su buen amigo Paco, que también habían sido agraciados con un permiso, en su caso "Regional" para cazar lo mismo que nosotros.
A las 7:45 a.m. nos subimos a su pick-up "Toyota "y nos pusimos en marcha. Ya carrileando para llegar a la zona donde comenzaríamos a realizar el rececho, nos pudimos dar cuenta de lo maravilloso de la sierra, totalmente distinta de las zonas donde habitualmente nosotros estábamos acostumbrados a cazar; Toledo y Extremadura.
Desde el principio, nos dijo que estuviéramos atentos, ya que al ser una zona totalmente salvaje, en cualquier momento nos podrían sorprender. Nos íbamos parando para visualizar a través de nuestros prismáticos el horizonte, en busca del tan ansiado "gamo" y/o Jabalí. Al poco de comenzar, en una gran pradera lindando con el río y el comienzo de la sierra, pudimos comprobar que a unos 2 km. en línea recta cerca del "castillo", había un gamo de buen porte dentro de las características de un representativo, rodeado de unas cuantas gamas, pero lo cierto es que no le podíamos entrar, ya que desde el primer momento nos pondríamos a descubierto y, como es lógico, nos vería y comenzaría de inmediato la huida.
Entre tanto, mirando para todos los lados, a nuestra derecha, localizamos a otro gamo, a unos 2 km. , pero en este caso era pequeño. Nos extrañó que estuviera solo y mirando constantemente a su derecha. Decidimos acercarnos por la linde de los pinos, tapándonos lo mejor posible, para analizar la situación. Ya situados a unos 800 metros, nos dimos cuenta que había una pelota compuesta por tres gamos macho y unas cuantas gamas, a unos 600 metros, que a pesar de no habernos visto, se dirigían a cruzar el río, con dirección a la sierra. Decidimos apretar para intentar acercarnos lo máximo posible en paralelo a ellos y buscar un sitio que nos permitiera realizar un primer disparo. Las carreras de los gamos detrás de las gamas se producían constantemente. Finalmente, pudimos acercarnos, siempre cubiertos por la espesura de los pinos y nos pusimos a unos 300 metros. Llegamos a unas piedras, colocándome lo más cómodamente posible, intente tranquilizarme y que la respiración y los latidos del corazón de controlaran, los visualizamos con los prismáticos y Femi me dijo que uno de ellos era bueno y que estaba dentro de las características del representativo. Le pregunté a qué distancia pensaba que podía estar y me contestó que, aproximadamente unos 280 metros. Yo no estoy muy acostumbrado a tirar tan lejos, soy un cazador de esperas, monterías y en mis recechos la distancia habitual es hasta los 200 metros, por lo que me puse un poco más nervioso. Encaré mi Mannlicher 8 x 68 S con óptica Nikon 2,5 x 10, con retícula 56 y en el cargador 4 balas norma de punta hueca de 195 graims, lo puse a 10 aumentos, e intenté poner en la cruz al gamo que me comentaba Femi. El condenado no paraba de moverse y cada segundo que pasaba se acercaba más al monte, por lo que aunque me estaba dando el culo, lo metí en la cruz y tomando aire, disparé. "Primer lance", "Primera bala", "Primer fallo", el disparo se quedo un poco bajo y según Femi, entre las dos patas traseras.
Después de esta primera entrada y "cagada", me fumé dos o tres pitillos seguidos, intentando tranquilizarme y pensando que habíamos tenido mucha suerte y que todavía nos quedaban casi los dos días. Femi, dentro de su profesionalidad, no realizó ningún comentario puntilloso, sino todo lo contrario y mi hijo con una mirada, me dejó entrever su disgusto por el fallo ¡Más presión¡
Volvimos al coche y subimos a una altitud de aproximadamente 1.500 metros, dejamos el coche y empezamos a adentrarnos en la sierra. Después de aproximadamente 1 hora de caminata, mirando constantemente a todos los lados, llegamos a una zona de olivares, muy querenciosa, tanto para el gamo, como para el jabalí. Nos paramos y volvimos a analizar minuciosamente toda la zona con los prismáticos, intentando cazar con los oídos.
Después de aproximadamente 10 minutos, nos pareció oír (como a unos 400 metros a nuestra derecha), animales comiendo, no los podíamos ver, porque ese lugar era un pequeño valle. Nos acercamos los tres sin hacer casi ruido (difícil en estos tiempos, ya que el monte esta sequísimo y cada paso es un escándalo). Inicialmente pensamos que se trataba de un gamo porque creímos oír los golpes de sus parlas en las ramas, la sorpresa fue ver entre el monte (a unos 40 metros) a un guarro. En ese momento las pulsaciones de mi corazón se dispararon. El aire nos venía de cara, por lo que no nos pudo delatar, tranquilamente empezamos a mirarlo con los prismáticos y aunque era grande (unos 80 kg. aproximadamente) nos dimos cuenta que se trataba de "una guarra", aunque intuimos que a su izquierda había otro guarro que no se dejaba ver. Estuvimos en el sitio como unos 20 minutos esperando a que el segundo guarro se dejara ver, con la esperanza de que fuera "un macho". La guarra empezó a subir la ladera y decidimos ir en paralelo para intentar cortarle el paso y ver a su acompañante. Después de unos 10 minutos pudimos asomarnos a una ladera de olivos, donde pudimos comprobar cómo la guarra a la carrera de dirigía a la derecha y a unos 200 metros el acompañante "un guarro macho", se adentraba en el monte cerrado sin darnos la opción a poderle tirar.
Retomamos el rececho y Femi nos llevó hasta lo alto de un cerro, donde transponiéndolo había un profundo valle. Al culminar el cerro y empezar a ver la profundidad del valle, detectamos la presencia de dos gamos machos con una pelota de gamas. Nos situamos en una piedras para analizar la situación y Femi nos comenta que el segundo macho es bueno y tirable aunque están en movimiento al otro lado de la ladera. Tomo aire, encaro al gamo y lo meto en la cruz, esperando a que se pare y me de la paleta, en esto que lo hace y está aproximadamente a 250 metros, disparo y "segundo lance", "segunda bala", "segunda cagada", vuelvo a meter el tiro entre las patas. Sinceramente en ese momento me da el bajón y pienso que no voy a ser capaz de cazarlo.
Eran aproximadamente las 12:00 a.m. y decidimos volver al coche (1 hora de caminata). Femi habla con sus compañeros y estos le comentan que uno de los cazadores, Fernando, ha cazado su gamo y un cochino de 7,5 cm fuera de boca y que él otro, también se ha hecho con su gamo.
Volvemos al hotel y tenemos la oportunidad de ver el gamo y el guarro de Fernando.
Comimos una suculenta comida en el restaurante del Hotel y pudimos intercambiar opiniones con Fernando y Paco. Lo cierto es que tanto Fernando como Paco son unos verdaderos señores, unos verdaderos cazadores con muchos años de experiencias a sus espaldas. Da gusto poder conocer y aprender de personas que siguen entendiendo la caza como algo auténtico, que siguen valorando y disfrutando de esta pasión de una forma totalmente enriquecedora, cumpliendo las normas y pautas del buen saber y hacer.
A las 17:00 horas volvemos a quedar con Femi en el Bar de pueblo y decidimos ir "al castillo" donde (por la mañana) habíamos visto a un gamo que aparentemente podía ser interesante. Llegamos sobre las 17:30, dejamos el coche y empezamos a recechar, teniendo la oportunidad de ver a unos 4 gamos machos, sin que merecieran la pena. Empiezan a berrear los venados y uno de ellos da la cara en el prado, pudiendo disfrutar de este momento como si se tratara de la primera vez. Tengo que decir que la berrea es uno de los momentos que más disfruto en la caza.
Volvemos hacia el coche sobre las 18:45, con la luz cada vez más escasa. En ese momento vemos un gamo en un pequeño claro situado en la falda del montecillo donde se sitúa el antiguo castillo. Con mucho cuidado nos intentamos acercar y mi sorpresa es que a unos 20 metros por debajo del primer gamo (que no merecía la pena) y a unos 50 metros de donde nos encontrábamos, salen a la carrera el gamo que habíamos visto por la mañana con una pelota de gamas, sin darnos ocasión (o mis reflejos no fueron lo suficientemente rápidos) de poderle tirar. En ese momento damos por terminado el primer día de caza, con un resultado bastante frustrante para mí, pero con un diez para la sierra y el buen hacer de Femi.
Segundo día: lunes 19 de octubre 2009
Nos volvemos a encontrar en el bar a las 6:45 a.m. Femi ha decidido que vayamos a la zona del Castillo, a ver si somos capaces de dar con el gamo del día anterior. Y así lo dispusimos.
Sobre las 7:45, ya en la zona, empezamos a subir el montecillo y a situarnos encima de unas piedras que todavía conforman parte de las murallas del Castillo, donde podríamos visualizar toda la zona desde diferentes perspectivas. Al rato, Femi se acerca a la zona central del catillo y me hace una señal, indicándome que allí se encontraba encamado a 20 metros un guarro de buen porte. Lo analizamos y nos dimos cuenta que era una guarra y por tanto, no hicimos ruido para que se pudiera espantar.
Seguimos analizando todas las zonas que la vista no permitía ver. Sobre las 8:45 a.m. pudimos localizar el gamo, que bajaba de la sierra a unos 2 km. acompañado de unas 6 gamas. Pensamos que se acercarían a nuestra posición, ya que considerábamos que era su querencia natural, sin embargo, al estar el gamo más pendiente que otra cosa de las carreras y de las gamas, se quedaron a aproximadamente 1 km. de nuestra posición y daba la sensación que se estaban alejando cada vez más. Por lo que decidimos realizar una entrada, aunque el terreno no era el más adecuado para podernos tapar, al haber más claro que otra cosa entre nosotros y donde se encontraba el gamo.
Tardamos aproximadamente 45 minutos a 1 hora, aprovechando cada ocasión que el gamo se tapaba para ponernos a unos 180 metros. Nos tumbamos y puse la mochila de Femi y mi abrigo en el suelo y en posición de tumbado, apoyé el rifle y empecé a buscar a él gamo a través del visor. El gamo estaba tapado en el monte bajo y después de unos interminables minutos pude localizarle y apreciar que me estaba dando su costado. Pedí la aprobación de Femi para poder disparar y al recibirla, volví a tomar aire, puse la cruz en la paleta y suavemente apreté el gatillo. A la tercera, "Sí que sí". Nos abrazamos (Femi, mi hijo y yo). Mi hijo estaba eufórico de contento, así como yo por el increíble rececho, acercamiento y resultado del disparo.
Nos acercamos para poder ver al hermoso animal que finalmente pude abatir y comprobar que se trataba de una Gamo representativo alto (153 puntos), con una forma de la cornamenta perfecta y robusta.
Nos ponemos manos a la obra y apañamos el Gamo. A parte del trofeo, me llevo los dos jamones, los lomos y los solomillos. Me considero un "cocinillas" y me encanta preparar caza para ocasiones especiales.
Nos volvemos al hotel para reponer fuerzas. Volvemos a quedar en el bar a las 17:00, y en este caso, marcamos una estrategia para intentar recechar a un guarro.
A las 18:10 p.m. nos encontramos en el olivar del día anterior, ya que entendemos que es una zona muy querenciosa. Tenemos la ocasión de entrar a una piara, sin encontrar un macho. Seguimos andando por el borde del olivar y la linde del monte. Todos en fila india; Femi, yo y el último mi hijo, con el aire dándonos en la cara. De repente, a nuestra izquierda, a menos de 6 metros, aparece una "Vaca" (por el tamaño), aunque como os podéis imaginar era un "Guarrazo" que aunque no nos ve, se mete al trote detrás de un arbusto bastante frondoso y comienza a comer. Yo llevaba el rifle colgado y no me da tiempo a encararle antes que se meta, en ese momento, se me seca automáticamente la poca, el ritmo cardiaco se dispara, y durante unos interminables segundos pienso si debo disparar al bulto y de esta forma intentar reiterar el disparo o dejar que se mueva un poco y poderle disparar en cuanto nos de la jeta. Finalmente, el guarro que estábamos seguros que era un macho, desaparece zorreando sin poderle ver, "tercera cagada".
Como era casi de noche, decidimos volvernos hacia el coche con la esperanza de cruzarnos con alguno otro, pero como es lógico, habíamos perdido la gran oportunidad.
Ya en el bar de Coto Ríos, hacemos todos los trámites y papeleos, nos tomamos unas raciones y nos despedimos de Femi. Gracias Femi, sin ti no hubiera sido posible la cacería. Siempre he pensado y me reitero, que el 70% de una buena cacería, depende fundamentalmente de la profesionalidad y conocimientos del Guarda. En este caso, a Femi le doy un 10.
Al día siguiente, nos levantamos temprano, desayunamos de lujo (tostadas, jamón york y serrano, queso, cereales, zumo y café) y de vuelta a la cruda realidad, mi hijo al colegio y yo al trabajo.
La experiencia del rececho en Cazorla ha sido increíble y totalmente auténtica. Seguiré todos los años, a través de la gestoría, presentándome a todos los concursos públicos, con la esperanza que pueda volver, o en su caso, conocer alguna otra zona de España, que estoy seguro me volverá a sorprender.
Hola Felipe,
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