Como otras muchas otras tardes del año aquel día de finales de febrero los Evaristos, padre e hijo, pasaron por casa de Don Ignacio Escavias de Carvajal para saludar y pasar la tarde.
Sentados en el patio de atrás conversaban los mayores sobre la cosecha de aceituna, el tiempo y otras tareas del campo. Mientras "el chavea", que contaba por aquel entonces catorce años, escuchaba lo que decían sin prestar mucha atención. Tenía los dos ojos puestos en el jaulero donde cinco pájaros de perdiz no paraban ni un momento en su cuchicheo.
Don Ignacio percatado de ello dijo: Evaristico ¿Es que te gusta la caza?
Por supuesto afirmó, saltando al ruedo inmediatamente ante tan esperada provocación (Don Ignacio lo sabía perfectamente puesto que desde que el muchacho tenía uso de razón escuchaba sus largas parrafadas sobre el cuco y, además, sabía de sus andanzas en las esperas de conejos en las vegas de alfalfa del río). Apuntando seguidamente: Apueste usted a que sí. A lo que Don Ignacio añadió: Pues nada, te vas a llevar a Pedrito que es un reclamo nuevo que he comprado en Baños, para que me lo pruebes y me dices que tal va. Luego añadió: Es un regalo pero, si es bueno, lo quiero de vuelta. Era su forma de tenerle enganchado.
De vuelta en el cortijo y en compañía de su amigo “Raulin”, que ya será “Raulón”, instalaron a su primer reclamo lo mejor que pudieron, le picaron verde, le pusieron agua y lo colgaron de una punta en la pared de la cocina de Miguel en espera de aquel primer puesto, que no tardaría en llegar.
Al día siguiente nada mas levantarse establecieron conclave ambos amigos decidiendo construir un puesto de forma inmediata. Eligieron para ello una esquina de un aza de alfalfa pegando a un olivar, con la terrera del río a la espalda. Sabian por sus correrías camino de la huerta de "la Paca" que este sitio era muy querencioso para las perdices, siempre levantaban alguna camino del asalto.
Para ello hiciron acopio de "alpacas" viejas que había amontonadas formando un silo (Era lo que tenían más a mano) y las colocaron en forma de pequeño fortín con dos troneras. A unos siete u ocho metros otro fardo, esta vez de pié, serviría para ubicar al reclamo.......
Por supuesto que las horas se les hicieron eternas hasta que, a medía tarde, se fueron los tres (Pedrito, Raulin y Evaristo) a la recien construida fortaleza en compañía de la vieja Sarrasqueta del 28 que usában para las esperas a los conejos con notable éxito. Una vez allí, colocaron el reclamo sobre la alpaca que habían dispuesto para tal fin, camuflandolo con unas ramas de olivo para, acto seguido, introducirse en el “Castillo” y quedar a la espera.
Casi de inmediato un canto en el campo, Pedrito que se lanza en la respuesta y antes de lo que canta un gallo un pájaro que aparece en la tronera, tras los lances de recibo y otros cantos de amor que entonces no entendía, me encaro y nuestra primera pieza en el zurrón. Asi trascurrio la tarde entre cantos y mas cantos y ya casi de noche seis mas acompañaban al primero.
La voz se corrió rapidamente por la zona y el aviso de Don Ignacio no tardo en llegar. Evaristico que me han dicho que el Pedrito es un fenómeno y ya sabes nuestro trato. Por supuesto -Respondio el chavea - pero yo creo que habría que rodarlo algo mas - Añadió - A lo que el maestro replico entre risas - Vale pero me tienes que venir a dar el parte cada vez que lo saques. Y asi fué................
Pedrito continuo con Evaristo otras dos temporadas en las que sus triunfos cinegéticos se corrieron por toda la Loma de Ubeda y Baeza hasta que, una fatídica tarde de Septiembre, aprovechando que no había nadie en el cortijo, algún listo se lo llevó. Muchas fueron las indagaciones pero ninguno el resultado y nunca mas supimos de aquel fantastico primer reclamo.
Valga este pequeño y humilde relato para acordarnos de esta bella y muy nuestra modalidad de caza que anda por estos días en la cuerda floja por el afán de prohibir desde la ignorancia.
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